Lo tenía todo planeado la tetona viciosa Honey Demon, de ahí no salía el repartidor sin que ella se lo calzara. El chico dejó la alfombra que traía y ya tenía a la tía tirándole la caña. Ni intentó resistirse, es más, para él fue una bendición que una tía buena como esa le tirara la caña y quisiera echarle un polvo. Un buen descanso en el trabajo, no? Polvazo y corrida en las tetas.